Trece Noches by Jesús Quintero & Antonio Gala

Trece Noches by Jesús Quintero & Antonio Gala

autor:Jesús Quintero & Antonio Gala
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Otros
publicado: 1999-01-01T00:00:00+00:00


NOCHE OCTAVA: LA RELIGIÓN

—¿Los enemigos del alma no son, para usted, el mundo, el demonio y la carne?

—Parece un menú. No, los enemigos del alma son los que la obligan a renunciar a su entidad verdadera; es decir, a la razón y a la libertad. Ésos son sus verdaderos enemigos, se encuentren en el campo que se encuentren.

—Resulta curioso que estando usted tan bien dotado para la palabra se encerrara en un lugar donde no se habla, en un convento de cartujos.

—Si la palabra es una sinfonía, o una música, el silencio también es música. La música no podría estar siempre sonando. Necesita de las armoniosas pausas. Y el silencio y la soledad son refugios donde se reflexiona bien; donde uno se encuentra más próximo a sí mismo; donde uno se reencuentra si se ha perdido. No crea que esas altas músicas, llenas de decibelios irresistibles, se utilizan para otra cosa que para impedir pensar. No crea que esas grandes ciudades, tremendas, en que la gente está de verdad sola, pero infinitamente rodeada, no son también utilizadas para impedir que la soledad nos deje pensar, nos deje encontrarnos, nos deje reconciliarnos con lo que somos. Por eso me fui.

—¿Puede ocurrir que vuelva al convento?

—No, no creo. Creo que yo he encontrado fuera, extramuros, la paz, una paz laica, tolerante, comprensiva. Me parece que, sin duda alguna, lo poco que tengo que hacer en el mundo tengo que hacerlo en este mundo, no en otro distinto.

—¿Usted fue un cristiano, un creyente convencido?

—Sí, por supuesto.

—¿Y cómo se fue alejando?

—Yo creo que quizá no he dejado de ser cristiano. No porque pertenezca a una área de cultura o a una área geográfica cristiana y lo lleve en la masa de la sangre (porque la fe también se hereda, como que se respira, ¿no?), sino por pura deducción, por racionalidad y libertad creo que soy cristiano. Lo que creo es que no soy católico. Si se refiere a mi estancia en el convento, toda esa serenidad, todo ese silencio, toda esa soledad me fue útil. Yo me separé de la iglesia de Roma por otra cosa. No tuvo nada que ver mi experiencia religiosa.

—¿Puedo saber por qué?

—Sí; es un poco duro para mí decirlo, pero lo diré: por la Eucaristía. La presencia real de Jesús en la Eucaristía, que es un dogma tan consolador para el que cree, me detuvo en seco.

—¿Cómo se explica?

—Porque creo que se ha interpretado mal; porque creo que de alguna forma todo es un símbolo. Yo no sé si hice bien pero, en cierta ocasión, a un amigo mío que era anglicano lo convertí al catolicismo. Es en este momento un santo y está en una leprosería de África. Cuando él vio que yo me echaba para atrás, que retrocedía ante el dogma de la Eucaristía, me dijo: «No lo dudes, sigue siendo cristiano, formando parte de alguna comunidad cristiana; hazte anglicano». Porque los anglicanos tienen la comunión, pero de una manera simbólica, un rito comunal de participar todos de un ágape.



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